Hola, las deje mucho tiempo, como ven he tenido varios problemas y no he podido subir asi que decidi subir todos los capis que tengo escritos (faltan como cinco solamente) y esos se los subire la proxima vez :) Asi cuando vuelva- si es que vuelvo- pueda subir una nueva nove que ya empece a escribir :)
Esoooooo! Besos y PERDON! <3
Capitulo 35:
Subí casi corriendo hasta el piso de Mateo. Las cosas, en
toda mi vida habían funcionado rápido, todo pasaba de uno a otro extremo con
una facilidad estremecedora. De la felicidad al sufrimiento, y del sufrimiento
a la casi felicidad. Todo duraba poco pero era intenso, y el sufrimiento,
aunque fuera por poco tiempo me desgastaba por completo.
Cuando llegué estaban los padres, Peter, Julieta y Nicolás
esperando en el pasillo, irradiando un sentimiento muy opuesto al que tenían al
salir de allí.
Se les permitía entrar al pabellón de a uno, para evitar la
euforia a Mateo, que venía recién saliendo de la operación y era el turno de
Cristóbal. En cuanto salió aproveché para entrar a la sala.
Me acerqué a paso lento, como disfrutando el momento y me
costó identificarlo cuando lo vi postrado, con los mismos rasguños que antes,
pero con mas parches, más pálido y morado a la vez –seguramente por lo mucho
que había vomitado – y con un cuello ortopédico recién puesto.
-Mateo...- le dije al pulso
Sentí en un susurro casi imperceptible mi nombre, aunque se escuchó más como un
gemido de dolor
-Cariño, me haz dado un susto terrible. Nunca más vuelvas a
accidentarte ¿Me oyes? Huevón, no
sabes como me asustaste.
Soltó una corta carcajada a la vez que intentaba acomodarse.
Le ayudé y corrí su almohada un poco más arriba antes de seguir hablando
-Hemos pasado el día desesperados... – de pronto todo lo que
quería decirle se había desvanecido- ¡Ah! Necesitas mucha sangre pero no te
preocupes, ya conseguí un donante- lo miré con una sonrisa orgullosa- He orado
por ti.
Asintió con la cabeza en señal de agradecimiento y casi al
instante nos interrumpió una joven doctora que necesitaba revisarlo por última
vez antes de trasladarlo a una pieza.
Salí de la habitación conforme pero aun en éxtasis. No me
quise sentar porque mis sentidos estaban revoloteando. Paula había llegado así
que me acerque a saludarla. Me sentí poca cosa cuando estuve frente a su cuerpo
frágil, su rostro perfecto, esa sonrisa poseedora y orgullosa, su ropa de
boutique que le quedaba a la medida y su cabello, aun húmedo, por el reciente
baño. Ese era el tipo de Peter, no una chica que cuando no usaba converse o
zapatillas taquilleras, se ponía unas sandalias romanas simples, sin nada fuera
de lo común y que se paseaba para todos lados con poleras anchas, de colores
oscuros y jeans gastados.
Y lo peor era que hasta ahora nunca me había molestado
vestirme así, de hecho ni ahora lo hacía, disfrutaba mi ropa, la consideraba
más original, libre y hasta más linda que un vestido ajustado. Me hacía sentir
bien ir caminando por la calle, decentemente y sin presumir nada, con un jeans,
una polera de Metallica y un bolso cruzado. Era lo que era, simplemente. O por
lo menos hasta ahora, cuando la vi a ella, con ese atuendo, y a él, tan
similar, como si el universo se hubiese conspirado para unirlos.
En ese momento entendí por primera vez que yo no era para
Juan Pedro Lanzani ni él era para mí. O quizá fuera que yo no era para nadie.
Quizá lo mio era lo que tenía planeado antes de conocer a Peter. Ir al Amazonas
arriesgándome a morir en manos de una serpiente o de un jaguar, conocer a los
Indios de las tribus, viajar con gente tan o más loca que yo, obsesionada con
los espíritus y el alma de las tribus que aun no eran civilizadas y tal vez, si
salía viva de aquella selva, podía pasar unos años en Europa, tomando fotos,
para después partir a África. Si, eso parecía más lo mio. Y era lo mejor, lo de
Peter, ni aunque quisiera hubiese resultado. Yo no hubiese aguantado todo eso.
Ir a reuniones con neoliberalistas, hacerme amiga de sus flamantes y refinadas
esposas, amarrarme a un hombre, que inconscientemente haría hacer todo como él
quisiera y de lo que yo no me daría cuenta hasta mucho tiempo después, cuando fuera
incapaz de separarme porque me sería imposible vivir sin ese hombre.
-Lali... Planeta Tierra.
La voz risueña de Cristóbal, que estaba haciendo gestos ante
mi cara me hizo aterrizar de pronto
-Ah... ¿Qué?
-Nada. Te habías quedado como epiléptica de pronto.
-¿Ya se llevaron a Mateo?
Se echaron a reir
nuevamente y desvié la mirada levemente. Los señores, Paula y Julieta me
miraban con expresión entre divertida y lastimosa, mientras Peter, que estaba a
su lado, me observaba con atención, totalmente serio, como si intentara
descifrar algo.
-Eres una tonta- me dijo Nicolás riendo- Ni que te hubieras
quedado dormida por horas. Solo estuviste quieta como un minuto, lo que sin
duda es un logro para ti.
Si, si, si. Como fuera. Nicolás y Cristóbal no eran precisamente
amigos pero les tenía suficiente confianza así que me atreví a darles un fuerte
golpe en el codo.
-¡Ay!- rechinaron
-Ustedes se lo busca...
-Lali...- Sentí que tocaba mi hombro- Por suerte te
encuentro. No me dijiste el piso y casi no me dejan subir.
Me di la vuelta y ahí estaba Poli, con una caja de comida
rápida de Doggis, una buena camiseta de Nirvana, un jeans oscuro y unas
zapatillas Columbia perfectas para escalar. Oh... Y el exquisito olor de perfume,
beta de la cabeza a los pies. Eso se parecía mucho más a lo que necesitaba,
mucho más que Peter al menos.
Continuará.
Capitulo 36:
-Poli...- me di la vuelta nuevamente hasta los demás- Él es
Pablo, un compañero de la Universidad, quiere donarle algo de sangre a Mateo.
Los padres de Mateo y Julieta se levantaron de inmediato a
saludarlo, dándole las gracias. Necesitaba demasiada sangre así que
seguramente, aunque Poli donara unos litros necesitarían más.
A los pocos minutos sacaron a mi amigo en una camilla y lo
guiaron hasta una pieza donde podría reposar.
No nos dejaban pasar a la sala hasta que Mateo ya estuviera
bien instalado, con los catetes puestos y medicado con algunos antibióticos y
suero por vena así que aproveché para apartarme con Poli hasta un pasillo
alejado, donde la vista nos daba a un hermoso volcán cubierto con nieve. La
idea de estar ahí sentada con él, a la vista de todos no me apetecía. Además
Peter podría darse cuenta con facilidad que no era mi novio.
-Supuse que tendrías hambre así que...- estrechó su brazo
con la cajita de Doggis en la mano y me la entregó.
Combo cinco. Perfecto. Ese chico me conocía más de lo que
creía.
-No viene con helado porque se iba a derretir en el camino
y...
-Así está perfecto. El helado es lo que menos me gusta
después de todo.
Tomamos asiento y me dispuse a abrir la caja de inmediato,
como si fuera un niño hambriento. Me lleve el hot-dog a la boca y le ofrecí
papas fritas pero dijo que no tenía hambre.
Mejor, porque aunque no me gustaba comer sola cuando habían otros
presentes, la comida chatarra era, y seguiría siendo mi favorita siempre.
-¿Cómo está Mateo?
-Comparado con como estaba en la mañana perfecto. Necesita
ayuda de un kinesiólogo por una leve fractura en la columna y unas costillas
quebradas pero nada que no se pueda solucionar. El problema está en que algo
parece andar mal en su interior. No logro entender los términos de los médicos
pero si no me equivoco es como si algo se hubiese reventado y la sangre se
hubiese coagulado. Además perdió varios litros, contando la que tuvieron que
sacarle porque en si situación no era conveniente tener bolitas de sangre
coagulada en su interior.
-Entiendo... Pues yo puedo donar lo que sea. Me considero
fuerte y no me dan miedo las agujas.
La sonrisa que apareció en sus labios en ese momento me
pareció mucho más linda que de costumbre. Quizá fuera por la razón. No esperaba
nada de Pablo y sin embargo estaba ahí, ayudándome, sin ninguna intención
ofensiva. Me pregunté por primera vez si actuaría de la misma forma si se
enterara de mi pasado. Me pareció que no, porque aunque era un poco menos
tradicional que Peter tampoco era tan intenso y arriesgado como él.
Creo que leyó algo en mi mirada o en alguna parte de mí ser
porque agregó
-Lali, despreocúpate.
-¿Qué? ¿De qué?
-Te estás cuestionando demasiadas cosas. La verdad es que me
gustas y sé que lo sabes. Ya sé que a ti nada parece impresionarte y que no
eres muy romanticona pero no me interesa. He dicho que me gustas, no que estoy
perdidamente enamorado de ti. No tienes que sentir lastima por mi, yo...
-No siento lastima por ti- aclaré medio ofendida
-Ok. Pero sea lo que sea que te estás cuestionando deja de
hacerlo. No iba a pedirte matrimonio. No soy tan aprensivo como tu ex.
Pablo no sabía que Peter era mi ex. O si. Bueno, todos lo
supieron cuando estuvimos juntos ya que me iba a dejar y buscar casi todos los
días. Error. No debí dejar que me vieran en tantas partes con Peter Lanzani.
-Peter no es aprensivo.
Quise que mi voz sonara lo más normal pero me pareció que
salió un poco irracional. Como si aun tuviera la necesidad de defender de
cualquier acusación a Peter.
-He notado como te mira. Y también como sostiene a su novia.
Tiene como un dote de altivez o algo porque me da la impresión de que cree que
puede poseer a las personas. Como si fueran de su propiedad.
Peter no era posesivo. Y Pablo no lo conocía lo demasiado
para opinar. Cuando estaba con alguien lo disfrutaba al máximo y se entregaba
por completo porque no lo lograba contener por mucho tiempo los sentimientos. O
eso decía él.
Quise reclamarle a Poli nuevamente pero era estúpido que
estuviera defendiendo a mi ex, encima, ante un chico que lo único que hacía era
comportarse bien conmigo. Además Pablo y yo teníamos demasiadas hipótesis en
común para reclamarle. Probablemente sobre muchas cosas yo pensaba igual.
Guarde silencio por unos minutos y me dediqué a comer.
-Creo que Mateo ya debe estar listo. Es mejor que vayamos.
Me puse en pie y comencé a caminar con él a un paso de
distancia. Paré para que me alcanzara pero en cuanto me di la vuelta para ver
que sucedía me soltó:
-Por casualidad, ¿Le dijiste a Peter que estábamos saliendo?
Continuará.
Capitulo 37:
-No. Claro que no.
Maldita sea. Pablo era astuto. Otra vez me sorprendía
-Ah.- dijo con fingido desinterés- Entonces no te molestara que aclare delante
de todos que solo somos compañeros, digo, para no formar malos entendidos.
Sonrió con dote burlón
y leí en su mirada algo desafiante
-Está bien. Puede que haya dicho algo... Pero nada exagerado. Pasa que...
-No importa Lali. Ya sabía que lo habías hecho de todos
modos. Y se me da bien la actuación así que no te preocupes nena- su tono de
voz era obviamente irónico- En realidad todo se me da bien. No te molestara que
te bese delante de todos ¿No, cariño?
-Claro- dije sin más y seguí caminando- Poli, serías un
pésimo actor.
-¿Por qué?
-No se te da lo galán.
Se encogió de hombros frunciendo los labios
-No perdía nada con intentarlo.
Solté una carcajada loca y agregué, para cerrar el tema:
-Me gusta tu camiseta.
Poli asintió con la cabeza levemente, sabía que era fanática
de Nirvana
-Podría ser tuya por solo unos pesos. Aprovecha. Aprovecha.
Solo por hoy. Oferta única.
Volví a reir alegremente por su imitación y en cuanto doblé
por el pasillo a la derecha, para volver a la sala de Mateo, me encontré con
Peter, sentado solo en la primera banqueta.
Me estremeció el hecho de que Peter pudiera haber escuchado
mi conversación con Poli pero descarté la idea considerando que, aun estando al
inicio del pasillo, Poli y yo estábamos al final del otro, a varios metros, y
en un lugar donde las voces iban y venían.
-¿Dónde están los demás?- le pregunté con la voz más
racional que pude pero me arrepentí de inmediato, la respuesta era obvia.
-En la sala.
Su voz era una mezcla entre obviedad e ironía que me logró
poner, como siempre a la defensiva
-¿Y tu novia Peter?
Segunda vez que me arrepentía de la pregunta. ¿Acaso no
podía quedarme callada por más de cinco segundos?
-Tenía que hacer durante la tarde.
Ok. No necesitaba preguntar nada más
-¿Por qué te has quedado?
Maldita lengua suelta. Necesitaba escuchar la respuesta.
-No pasaría toda la tarde en una puta clínica con gente a
punto de caer en depresión por ti Lali. Créeme.
-Yo... Yo no...
-Lo que Lali ha querido decir- interfirió Poli, adivinando
que yo no era capaz de defenderme ante ese ataque- Es que deberías ir a
descansar Peter. Mateo está mejor y yo voy a donar toda la sangre que pueda. Y,
además, conozco personas que podrían pasar toda la tarde en una puta clínica
con gente, que con justa razón está
punto de caer en depresión por Lali. Yo por ejemplo.
Estaba sorprendida y Peter también. Pero Pablo parecía estar
totalmente seguro y sin que pudiera darme el tiempo de analizar la situación me
tomó fuerte por la cintura y depositó un beso sobre mis labios, que por alguna
razón me parecían extremadamente secos.
Quise decir algo pero hubiese sido estúpido. Peter tragó
saliva sin alejar su vista de la mía y frunció el entrecejo durante unos
segundos. Me pareció que le costaba respirar y sudaba un poco. Creo que no
estaba equivocada porque soltó el nudo de su corbata y desabrochó el segundo
botón de su camisa.
-Voy a ver a Mateo. Vamos Poli.
Mi voz sonó temblorosa y distante así que Poli no dudo ni un
segundo en seguirme pero antes de dar el cuarto paso sentí la voz de Peter en
mi espalda
-Todos estamos dispuestos a hacer cualquier cosa por Mariana
al principio, Pablo. ¿Parece ser lo ideal no? Simple, linda, inteligente, poco
superficial y de bajo consumo. Escucha buenas bandas de Rock y prefiere ver Jackass en vez de America’s Next Top Model. No le gusta el compromiso y no te exige
nada... Parece fácil de dominar. La chica perfecta. ¿Hasta cuando?
A esa altura Pablo y yo ya nos habíamos dado vuelta, y
estábamos frente a él, atónitos, escuchándolo. Creo que espero a que yo
respondiera pero como notó mi estado continuó
-Hasta que le entregas todo. Hasta que sientes que no puedes
amar con mayor intensidad. ¿Y que pasa? Se termina... ¿Demasiado vulnerable,
no? Pero cierto. Y vas a terminar igual que yo Pablo.
Continuará.
Capítulo 38:
-Vamos Lali.
Pablo me instó a darme la vuelta ignorando a Peter pero se
me hizo imposible moverme. Como si mis pies se hubiesen congelado. Como si todo
mi cuerpo estuviera bajo una fría capa de hielo, espesa y aterrante.
Atiné a seguir a Pablo solo después de ver a Peter
alejándose por el pasillo, hasta que ya no lo distinguí entre la gente.
Verdaderamente le había causado daño a Peter Lanzani, más, mucho más del que él
pudiera causarme ahora. Sin intención ni premeditación pero daño al fin y al
cabo.
-Perdón Poli... No quería que...
-Está bien. Podemos hablarlo luego. Ahora vamos a ver a
Mateo.
En cuanto llegamos una enfermera apartó a Poli hasta una
silla y le mostró una aguja mientras le daba unas cuantas explicaciones. Mateo
se había quedado dormido porque la anestesia no había desaparecido del todo
aun. Le amarraron una cinta de elástico a Pablo en el antebrazo y un poco más
abajo la enfermera buscaba la vena. Cuando la encontró enterró la aguja y a
través de una delgada sonda vi su sangre, que se dirigía hasta un frasquito de
vidrio.
Miraba constantemente hasta el pasillo esperando que Peter
apareciera pero no fue así.
Pasamos la tarde con Mateo. Poli tenía una paciencia
exquisita porque en ningún momento reclamó ni puso mala cara. Al contrario, se
comportó de lo más amigable y servicial con todos.
La visita se acaba a las ocho y después de esa hora solo se
le permitía quedarse a uno. Nos fuimos y le prometí a Mateo llevarle un pie de
limón en cuanto lo dejaran consumir algo. Según él se moría de hambre pero me
pareció que exageraba porque el suero debía saciarlo.
En el camino de pronto Poli soltó una pregunta. Iban camino
al estacionamiento, lo llevaría a casa, Poli tenía un hibrido pero casi todo el
tiempo andaba en bici y ese día no la llevaba
-¿Peter fue el primero?
Me sorprendió por la pregunta y me
imaginé nombrándole a cada uno de los hombres que antecedieron a Peter
-No. Bueno, de alguna forma, si. Digamos que tengo un pasado
un tanto complicado... ¿Por qué la pregunta?
-Me imaginaba que tenía que haber sido así. Según entiendo
su relación no alcanzó a durar un año pero fue más intensa que una de diez.
-Si. Creo que fue por como se dieron las cosas. Hay mucho
que no sabes de mi vida Poli.
- Soy tu compañero de universidad hace casi tres años. Te
conocía antes de estuvieras con Peter. Reconozco que antes de empezar a salir
con él salías mucho más y llegabas constantemente con la caña a clases pero
nada más, que yo sepa.
-Hay mucho más- dije intentando no volver al pasado- Mi vida
no funcionaba, para nada. No voy a contarte la historia ni los precedentes
porque no me interesa recordar el pasado y solo se lo he contado a Peter
pero... Era adicta a las drogas, llegaba a... ofrecer mi cuerpo a cambio de
ella- dudé si continuar o no, no quise mirar a Pablo- Peter me sacó de todo eso
sin siquiera importarle lo que era. Fue
lo mejor que pudo pasarme. Y sigue siéndolo, independiente de todo, sigo
agradeciéndole el gesto.
Pablo asintió con la cabeza meditando la situación
-Fue valiente.
-¿Crees que tú hubieses podido hacer algo similar?
-No- dijo de inmediato- Creo que no. Realmente estaba
enamorado después de todo. Deberíamos hablar con él Lali. Lo consideraba un
cretino pero creo que a fin de cuentas se lo merece.
-Quizá.
-Me gustas Lali. Y lo que acabas de decir no cambia las cosas.
Si vuelves con Peter está bien, siempre que seas la primera y no la opción.
Supongo que él en mi caso estaría diciéndote que no, que te alejes y blablá
pero yo no soy así. Creo que nunca he sentido con tanta intensidad.
Si, me dije, yo
tampoco creí que fuera posible sentir así antes de conocerlo
-Yo esperaré, no voy a forzar las cosas, puede que vuelvan
como puede que no. Puede que me olvidé de ti o puede que más adelante tengamos
una relación. No voy a presionar las cosas. Habla con Peter, Lali. Es lo mejor.
Continuará J
Capitulo 39:
De alguna forma Pablo tenía razón. Era conveniente hablar
con Peter. Necesitábamos cerrar un ciclo que sentía que aun estaba medio
abierto.
Mateo fue dado de alta tres días después y estuvimos en su
departamento- que compartía con Julieta hace dos meses, demasiado pronto, para
mi gusto- hasta tarde celebrando nada en especial, solo que estaba vivo y
recuperado. Lo cual no dejaba de ser importante. Mis amigos también habían
insistido en que hablara con Peter, porque nunca lo había enfrentado. Además
Julieta decía que estaba bien hacerse de rogar, pero yo era un caso extremo. Me
negué inmediatamente cuando supuse que quería que él y yo volviéramos a...
bueno, a algo; argumentando que nunca podría llegar a ser la otra, no era justo para Paula, y tampoco
para mí. Pero como todo el mundo estaba enloquecido con que Poli era un buen
chico y blablá me dijeron que después de todo, al menos hablara con Peter para
cerrar un ciclo, y eso era precisamente lo que iba a hacer.
No cara a cara, por supuesto, algo más cobarde. Quizá un
correo. No, no podía escribir todo en un correo electrónico. Una llamada, larga
pero necesaria. Si, nada mal.
No quería llamar a Peter en pleno día porque me pareció que
estaba demasiado ocupado con su trabajo y no valía la pena interrumpirlo cuando
aun no tenía algo concreto que decirle pero por la noche tampoco era la opción.
Seguramente iba a estar con Paula. Aun así sentí que necesitaba con urgencia
explicarle las cosas y no pude resistir la tentación cuando vi mi X-Peria sobre
la mesa de centro después de cenar.
Marqué su numero- Había cambiado de celular pero Mateo me
dio el nuevo numero- Y con la mano
temblorosa sujete mi débil aparato con fuerza.
-¿Bueno?
Su voz me sonó extraña a través de la línea. Tensa, si, tensa
más que nada. Quizá tenía mi número,
aunque había cambiado el chip después que terminamos
-¿Peter?... Soy- dudé si decirle Lali o Mariana- Soy Lali.
¿Estás ocupado?
-Espera un momento...
Pensé que iba a colgar cuando no oí nada por más de cinco
segundos
-Perdona- dijo al fin- Estaba en la pieza... Con Paula. He
preferido venir al cuarto de baño ¿Qué
pasa?
De pronto ya no supe que decirle. Quizá no debí haberlo
llamado. Mierda. Realmente no venía al caso llamarlo.
-Pues... He estado pensando y, ya sabes, sobre lo del otro
día.
Escuché algo entre dientes, quizá una maldición o un gruñido
-Si. Sobre eso. No debí haber dicho lo que dije. En serio,
lo lamento pero...
-Lo sé. También lo siento Peter, nunca ha sido ni fue mi
intención causarte daño. Y fuera de todo quiero que tengas claro eso.
Nunca pensé que pudiera dejar tan de lado mi orgullo para
decírselo pero lo hice, aunque no de la forma debida, pero hecho de todas
formas.
-¿Podemos hablarlo en privado?...- al no notar señales de
vida de mi parte agregó- En un lugar publico, por supuesto.
-Si. Está bien- tocaron el timbre de mi puerta- Espera. Hay
alguien llamando a la puerta. Quédate ahí para acordar la dirección. Peter...
Creo que de todas formas si a Paula llegara a molestarle no es necesario que
nos...
No terminé la frase porque, sin ver por el ojito de la
puerta abrí y me encontré en frente con
David. Por Dios. Llevaba sin verlo desde... esa noche.
-David- susurré con el celular todavía pagado a mi
oreja
Me sonrió con una mezcla de malicia y burla, iba vestido
como siempre, una mezcla entre Eminem y Rocky Balboa. Llevaba las manos
entrelazadas en la espalda y escuché su desagradable voz con la misma frase de
siempre
-Hola Marianita. Tanto tiempo.
Apreté mi celular hasta que estrangularlo y noté, para mi
desagrado que aun le temía a David
-¿Mariana... estás aquí?- la voz de Peter me llegó
nuevamente a lo lejos. En la primera segunda era suave, preocupada. Pero en la
que vino luego había una mezcla de resentimiento y alarma- ¿Está David contigo?
Continuará.
Capitulo 40:
-Si...- me escuché murmurar con nerviosismo- ¿Qué haces
aquí?
Escuché la respuesta de ambos a la misma vez, Peter me decía
que no le colgara o algo así mientras David contestaba con voz inocente que
solo quería hablar conmigo un rato
-Estoy ocupada- le dije e intenté cerrar la puerta pero el
brazo de David, forzudo y moreno, como siempre intercedió entre el umbral y la
madera. Quise apretarle la mano hasta que la sacara, desesperada pero el imbécil
tenía tanta fuerza que la había vuelto a abrir echando todo mi cuerpo atrás
-Mariana, no hagas nada. Voy saliendo. Cálmate y compórtate
de lo más normal. Llamaré al conserje y le diré que este atento...- Su voz me
parecía muy lejana cuando vi a David entrar al departamento y observarlo
complacido- ¿Mariana?... Dios Lali. No me hagas esto, por favor...
Volví a escucharlo cuando me llamó Lali. Dios mio, sonaba tan atractivo cuando venía de su parte
-Estoy aquí...
-Corta el celular Marianita. Dile a quien esté al otro lado
de la línea que un viejo amigo ha venido a visitarte.
Tuve que obligarme a cortar. Me daba demasiado miedo
desafiar a David. Mucho más que hace dieciséis meses, quizá porque en ese
tiempo mi vida valía mucho menos.
-¿Quieres beber algo?- le pregunté con voz trémula
-Una cerveza. O whisky.
-Solo tengo jugo natural y algo de cabernet de una buena
reserva. Quizá te guste.
-Con que te pusiste fina- sonrió con malicia- ¿Ni siquiera
Ron añejo? ¿Quizá una botellita de Abuelo Añejo? Ese me gusta.
Por suerte Mateo había traído una botella de ese hace poco y
conservaba las cuatro botellitas de plástico que trae. Pensaba tenerlas como
recuerdo pero no me interesaba contradecir a David. Me pregunté porque el
conserje no llegaba. Seguramente Peter le había dicho que viniera. ¿O no? Ni siquiera estaba segura
de si había dicho que iba a llamarlo.
Le di la diminuta botellita a David y se la sirvió de un
sorbo.
-Supongo que sabes que he pasado un tiempo en la cárcel por
culpa de tu noviecito.
-Peter ya no es mi novio.
-A la mierda. Sigo habiendo estado en la cárcel y acabo de
terminar con el resguardo policial. He venido a verte porque... Dame otra de
esas botellas.
Le lleve otra y nuevamente la bebió en una milésima de
segundo
-Creo que tengo algo que puede interesarte Marianita.
-Ya no consumo droga.
-¿Ah no?
Me mostró un sobrecito con un gramo de cocaína y casi sufrí
un infarto. No estaba segura de poder resistirme si me obligaba a aspirarla.
Mierda. Ni siquiera estaba segura de poder hacerlo sin presión.
-Hablo en serio David. Creo que es mejor que te vallas. El
conserje va a subir en cualquier....
-¡Maldita sea!- Se puso en pie y me arrastró del brazo hasta
una pared- Si no es por las buenas va a ser por las malas Mariana... te lo
advierto.
-David... cálmate.
Sentí sus labios obligando a los míos a abrirse. Me
introdujo la lengua indecentemente y capté su aroma a ron mezclado con cocaína
y quizá marihuana. Me beso hasta que me quede sin aire y aunque intente echarlo
hacia atrás me agarró con fuerza las muñecas hasta que se quedaron moradas. No
quería abrir los ojos, sentía asco, repugnancia y vergüenza pero me vi obligada
a hacerlo cuando noté el sonido de su cierre. Maldita sea. Señor, por favor no, te lo suplico.
Noté la intensidad de su erección cuando apegó más su cuerpo
contra el mio y quise vomitar.
-Bájate los pantalones- exigió
Negué con la cabeza pero insistió y no tuve más remedio que
hacerlo entre sollozos. Iba a violarme, Dios mio, otra vez. No estaba segura de
poder soportarlo. Vi sobre el hombro de David como la puerta se abría a su
espalda y agradecí a Dios en mi mente. La sombra de Peter con el conserje a su
espalda me pareció borrosa y de pronto me pareció estar alucinando pero me di
cuenta que era real cuando sentí el golpe en el cuello de David y a este caer
al suelo. Peter se tiró sobre él sin cesar de golpearlo y por un minuto pensé
que iba a matarlo. David estaba medio ebrio pero aun así seguía dando golpes y
de vez en cuando se cubría la cara
-Peter déjalo- le susurre, incapaz de moverme de la pared.
-Voy a matarte hijo de puta.
Sabía que no era cierto, que no era capaz de matar a alguien
pero aun así noté algo en su tono de voz que me preocupó
-Peter por favor...
No era Peter en ese momento. De hecho dudo que haya podido
escucharme, al contrario, lo golpeaba con mayor intensidad
-¡Por favor Peter! Estoy asustada. No necesito ver como
golpeas a David.
Se detuvo justo cuando iba a darle otro puño en el abdomen y
me miró directamente a los ojos. Al instante su actitud se suavizó y sin
pensarlo se puso en pie y corrió a abrazarme.
Continuará.
Capitulo 41:
-Cariño perdón...- pasó sus
manos temblorosas por mi cabello, los hombros y mis brazos hasta llegar
a la punta de los dedos.- Voy a matarlo Lali. Si me dices que te hizo voy a
matarlo.
Peter hablaba en serio, aunque me diera miedo. Estaba
dispuesto a tumbar a David en el suelo hasta que se le acabaran las fuerzas
-Ya lo has dejado inconsciente Peter. Es demasiado.
-Dime que te ha hecho Lali.
Vio la bolsita de cocaína tirada en el suelo y volvió la
vista hacia mí, pasando primero, por todo mi cuerpo, quedándose en el cierre
del pantalón, que estaba desabrochado. Sin dudarlo se inclino un poco a la
altura de mi entrepierna y subió el cierre lentamente para después abrochar el
botón. Mi cuerpo se estremeció por completo cuando sus manos rozaron esa parte
y para mi vergüenza, aun en esas circunstancias, no pude evitar la sensación
que se apoderó de mi sexo.
-¿Ha intentando violarte?... ¿Lo hizo? ¿Estás drogada? Lali,
por Dios, respóndeme.
-No, no ha hecho nada, solo...- Sentí tantas ganas de
besarlo cuando vi su rostro tan cerca del mio- Estás herido.
-Solo es un rasguño. Mira tus brazos. Maldito bastardo.
-No podemos dejarlo tirado en el piso toda la noche. En
cualquier momento va a reaccionar.
Peter se separó de mí asintiendo lentamente. Caminó
nuevamente hacia a David y lo agarró de
los brazos tirando de él hasta sacarlo del departamento. Intercambió un par de
palabras con el conserje y mientras tanto aproveché para llevar las botellitas de ron al contenedor.
Apenas sentí cuando Peter cerró la puerta y supuse que se había sentado en el
sofá pero en cambio, cuando me di la vuelta para volver al living me lo encontré
frente a frente. Depredador sigiloso, pensé.
-Te agradezco que hayas venido Peter- susurré.
-No te hubiese dejado sola con ese... porque... Perdón.
Entendí lo que quería decir, incluso cuando no haya dicho
nada. Lo noté en su mirada, en ese gesto de incertidumbre y en sus ojos
opacados de pronto por algo.
-Ya no importa.
-Si que importa. Yo creí...
-Lo que quisiste creer Peter- abrió la boca para reclamar
pero volvió a cerrarla- Quizá no a propósito, no conscientemente.
-No te hubieses acostado con David por tu propia voluntad.
Si hubiese sido así hoy estarías metida en esa mierda nuevamente.
Asentí lentamente con los ojos cristalinos. Al fin Peter me
creía. O al fin entendía las cosas. Demasiado tarde.
-Creo que de alguna forma fue lo mejor. Yo... no hubiese
podido, ya sabes. Todo. En cambio tú si que..., bueno, y Paula, tenía que ser
así.
-No. No tenía que ser así.
Creo que de pronto se sintió mareado porque tomó asiento con
dificultad y sostuvo la cabeza entre las manos. Lo seguí en el mismo
movimiento.
-Tú y Paula van a casarse en poco tiempo y yo no quiero
arruinar...
-No vas a arruinarlo. No lo sé. He cometido errores, todo
sucedió muy rápido. Nunca pude esperar y por eso me resultan las cosas mal. Siempre. Siempre. He... Me
acosté con una tipa mayor a los 14 y resulto siendo un desastre solo porque no
quería esperar, iba a casarme a los veintidós años y mi novia terminó
acostándose con mi profesor, vuelvo a enamorarme y encuentro a mi novia en la
cama con otro y sin esperar explicaciones, sin siquiera darme el tiempo de
detenerme a pensar me busco otra, la engatuso y le pido matrimonio a los cuatro
meses de noviazgo. No se porque me da por acelerarme siempre. Tengo veintiséis y ya me siento como un cincuentón que pronto
va a morir y quiere hacer todo ya.
-Lo siento- atiné a decir. Tenía un nudo demasiado grande en
la garganta como para poder agregar algo más.
-¿Crees que hubiésemos podido seguir adelante si no me
hubiese alejado?
-Peter. Creo que no vale seguirle dando vueltas. Vas a ser
feliz con Paula y...
-No estoy enamorado de Paula. Ella tampoco lo está de mí.
Simplemente vamos a casarnos porque yo estaba despechado y quería ocupar lo de
un clavo saca otro clavo. Y Paula estaba ahí, con sus dotes de señorita,
perfectamente educada, linda y da una familia amiga. Nos conocíamos desde
pequeños. Por otra parte Paula no quería casarse con nadie porque no es virgen.
No lo era cuando comenzamos a salir. Y según ella ningún otro hombre podría
quererla si ya se había entregado a otro hombre.
-Paula parece venir del siglo XV- comenté con vos risueña.
-Voy a casarme Lali. ¿Te das cuenta? Ya tenemos los anillos
y la mano está pedida. Nos hemos comprometido en público. No hay nada que pueda
hacer.
Continuará.
Capitulo 42:
Peter tenía razón, la cosa ya estaba hecha. Yo no le
arruinaría a Paula todo lo que probablemente le importaba. El qué dirán. Y como
fuera, Peter y yo no hubiésemos tenido otra oportunidad, así que no valía la
pena. Pero aun así me sentí triste, no había considerado conscientemente la
posibilidad de volver con él pero creo que en el fondo era eso lo que más
deseaba.
Como si entendiera lo que estaba pensando me agarró de la
cintura con fiereza y me apretó contra el. Para mi vergüenza debo admitir que
me excité en seguida. Y él también lo estaba. Era imposible no darse cuenta
cuando lo tenía pegado a mí.
No quería resistirme, esa era la verdad, pero no era capaz
de hacer algo así sabiendo que él estaba comprometido. Hubiese dado lo vida
porque me llevara a la cama en otras situaciones, quizá incluso se lo hubiese
pedido pero no en ese momento. Peter miró el sofá mientras una leve sonrisa
picara aparecía en sus labios. Lo habíamos hecho muchas veces en ese sofá.
Aunque también lo habíamos hecho en la cocina, la alfombra, el baño, la cama e
incluso el balcón. Dios, ese departamento había sido totalmente cómplice de
nuestros encuentros.
Peter me mordisqueó la oreja y recién ahí me percaté de
que no era necesario ir a la cama para
ser infiel.
Lo aparté con una fuerza que no supe de donde saque porque
en ese instante mis piernas ya flaqueaban.
-Dios, nunca te había
deseado tanto Lali.
Si. Lo sabía. Tampoco yo lo había deseado tanto antes.
-No puedo... Yo... Es mejor que te vayas a casa Peter.
Mi voz no era en lo absoluto imponente, al contrario, ni
siquiera yo me convencía de que lo estuva diciendo.
-Sería capaz de ir y terminar con Paula en este preciso
momento si supiera que así...
-No.
Ambos entendíamos que hablaba en serio. Las cosas ya no eran
iguales. Ni siquiera sabía si el sentimiento era igual. Yo deseaba a Peter
tanto como lo amaba pero en sus ojos solo había deseo, pasión, y eso era
precisamente lo que no podía permitirme.
-¿En serio quieres que me vaya?- preguntó dando un paso
hacia mi nuevamente pero casi al mismo tiempo yo retrocedí.
-No siempre se debe hacer lo que se quiere.
Lo que quería era hacer el amor con Peter hasta el amanecer,
dormir sobre su pecho, despertar y desayunar juntos... Justo lo que él me había
propuesto hace tanto atrás.
-No creo ser capaz de irme y no volver. Esa es la verdad.
Me humedecí los labios antes de hablar. Nunca había estado
tan excitada ni respirando tan deprisa.
-Es lo que debes hacer.
-Ya lo sé, maldita sea... No quiero casarme Lali, no con
Paula.
Quise preguntarle si conmigo querría hacerlo pero nunca
hubiese hecho una pregunta como esa.
-Peter...
Pero antes de que pudiera controlarlo su boca estaba sobre
la mía, instándome salvajemente a abrirla. No lo hice al principio pero sus
labios se movían demasiado instintivamente. Cuando lo hice sentí su lengua
penetrar hasta lo más profundo de mi boca y supe que no podía permitirme que
eso pasara. Iba a ir a la cama con Peter Lanzani si alguien no me rescataba en
seguida, no podía controlarlo yo sola.
Continuará.
Capitulo 43:
Quise alejarlo pero sujetó mis manos con fuerza y las apartó
para después volver a poner las suyas en mi cara. No podía permitirlo pero
tampoco era capaz de negarlo así que terminé desistiendo. Comencé a desabrochar
desesperada los botones de su camisa. Tanto que algunos llegaron a salirse.
Peter mientras deslizó mis manos por dentro de mi camiseta y acarició mi
abdomen hasta que solté un gemido y comencé a jadear. Así que, con una sonrisa
en los labios subió hasta mis pechos. Los acarició por encima de mi sostén y
luego me quitó la camiseta. Así que ahí estábamos, semidesnudos, esperando a
que ocurriera pronto y sentir que el daño ya estaba hecho y no había vuelta
atrás. Dios, ya sabía cuando me arrepentiría.
Quise preguntarle a Peter si aun me amaba pero rechacé la
pregunta. Considéralo solo sexo Lali. Me repetía. Pero era imposible. Yo estaba
enamorada de Peter Lanzani, y sabía que era posible que él no lo estuviera de
mí.
-¿Vas a terminar con Paula?
Le pregunté entre jadeos. Sabía que iba a responder que no
pero también sabía que solo decía eso para auto convencerme. Realmente pensaba
y deseaba con todo mi corazón que dijera que si.
Peter no respondió y eso me dolió aun más de lo que pensé.
Pero seguía besándome tan insistentemente que no podía negarme. Me sentía una
puta. Y lo era. Esa es la verdad. ¿Qué mujer puede ser tan poca cosa para
acostarse con un hombre comprometido? Yo.
-Peter...
Sabía que le iba a pedir que parara. Por eso no quiso
escucharme.
Me quitó el sostén y me tiró sobre el sofá. Comenzó a
desabrocharse el pantalón rápidamente a la vez que observa mis senos.
-Te lo suplico...
Pero nuevamente me ignoró. Era demasiado para mis saturados
sentidos. Yo quería que parara, de verdad lo quería pero mis fuerzas se
agotaban. Era verdad. Yo no quería acostarme en el fondo con él. Hubiese
preferido que se comenzara a quemar el departamento antes que acostarme con
Peter. Primero, porque estaba comprometido. Segundo, claramente no iba a dejar
Paula. Tercero, no quería nada más que sexo conmigo. Y cuarto, quizá
fundamental, estaba completamente segura de que Peter ya no me amaba.
Me deje arrastrar por un precipicio de placer y culpabilidad
al mismo tiempo tan desastroso que solo pude abrir los ojos cuando noté que mi
jeans había desaparecido. Nunca me había avergonzado que Peter viera mi ropa
interior hasta ese día. Llevaba calzones normales, de Snoppy, que tenían mucho
más de infantil que de sexy. Y eso ni siquiera me interesaba antes.
Me parecía imposible que estuviera sintiendo tanta
mortificación y al mismo tiempo estuviera tan húmeda. Y volví a avergonzarme por eso. Pero a Peter
le causó gracia
-Me gustan- dijo con algo de humor en medio de la situación-
Hace tiempo que no tenía el gusto de estar con una mujer que usara calzones de
monitos animados.
-No estaba preparada para...
-Me excitan. Mucho más que esas cosas transparentes...
Y volvió a apoderarse de mi boca, pero por primera vez con
suavidad.
-Si me acuesto contigo voy a arrepentirme por siempre- le
dije en un susurro
-¿Por qué?
Porque te amo.
-Por esto. Estoy siendo una puta en este preciso instante.
Estás...
-Olvida eso...- parecía un poco irritado
Me bajó el calzón pero antes de quitarse el bóxer susurró
algo a regañadientes, una maldición, se dio una vuelta en el sofá y se tiró
sobre la alfombra
-No voy a terminar con Paula Lali- me dijo tirado en el piso
Por suerte desde ahí no podía verme porque estaba más
avergonzada que nunca y mis ojos se empeñaron sobremanera. Así que se me
cayeron las lágrimas.
-Ya lo sé- susurré con la voz más normal que pude fingir
-Perdóname.
Continuará.
Capitulo 44:
-No. Yo tengo la culpa.
-No. Claro que no. Vine aquí sabiendo que esto no acabaría
en una simple conversación...
No pude decir nada porque mi voz se iba a quebrar. Con los
ojos a medio abrir busqué mi camiseta y me la puse.
-Pensé que si tenía sexo contigo eso iba a ser todo. Se
habría acabado el deseo. Pero por la puta madre, es mucho más que eso... es...
algo.
-No le digas a Paula nada de esto, por favor- supliqué,
aunque ya sabía que no lo iba a hacer
-Soy un cretino.
-No, tú estás bien, soy yo la que...
-Deja de echarte la culpa por todo Lali- dijo desesperado
mientras se ponía en pie. Quise agachar la cara para que no me viera llorando
pero pudo notarlo en seguida- No, por Dios, Lali no llores, por favor.
Perdóname.
-No tengo nada que perdonarte. Las cosas son como son y está
bien, no hay porque buscar culpables.
-¿Por qué siempre dices cosas como esas?- preguntó irritado-
Sé que soy culpable, nunca debí...
-Eres increíble Peter. Fuera de todo eres increíble. No
podría odiarte porque me sacaste de la mierda en la que estaba metida. Si no
fuera por ti probablemente ahora estaría muriendo de una sobredosis... Que lo
nuestro se haya dado mal es otra cosa.
Me sentía sin cargas por primera vez en mucho tiempo. Le
había dado las gracias a Peter por todo aunque fuese en esas circunstancias.
Pero no duró mucho. ¿Estaría Paula esperando a Peter en casa, acogedora y
servicial como siempre mientras él estaba semidesnudo a mi lado?
-No se lo digas a Paula- repetí
-Quizá sea bueno que lo sepa...
-No. Por favor.
La mentira era mala, lo sabía, pero no podía permitir que
alguien sufriera por mi puta culpa
Peter se acercó tembloroso hacia mí, como si fuera un objeto
muy delicado y me abrazó con fuerza. Sentí su aroma encantador, la textura de
su piel, su fortaleza, su sudor, la calidez de su cuerpo. Y me sentía en
contraste tan débil, tan sucia, tan fría que me dieron ganas de llorar de
nuevo.
-No puedo volver a verte Peter- susurré escondiéndome en su
pecho
-¿Por qué?
-Porque te amo.
Continuará ^^